Los fósiles de una ballena preñada y de un macho de la misma especie que vivieron hace casi 48 millones de años fueron hallados en Pakistán en 2000 y 2004, respectivamente, por un equipo de científicos encabezado por el paleontólogo Philip Gingerich de la Universidad de Michigan (Estados Unidos). El análisis de esos fósiles ha revelado que las ballenas primitivas parían a sus crías en tierra, según publica la revista científica digital PLoS.Philip Gingerich relata que, "cuando vi por primera vez los pequeños dientes, pensé que se trababa de una ballena adulta pequeña, pero luego continuamos excavando y encontramos costillas que parecían demasiado grandes para ser parte del mismo esqueleto que aquellos dientes". "Al final me di cuenta de que habíamos encontrado una hembra con un feto".
Se trata del primer descubrimiento de un esqueleto fetal de una ballena extinta del grupo conocido como Archaeoceti y de una nueva especie, denominada Maiacetus inuus, según el estudio. "Maiacetus" significa madre ballena e Inuus era una diosa romana de la fertilidad.El feto descubierto estaba colocado para un parto de cabeza, al igual que los mamíferos terrestres, pero a diferencia de las ballenas modernas, lo cual indica que las primitivas parían en tierra. Además, la dentadura desarrollada del feto sugiere que los Maiacetus recién nacidos podían arreglárselas por sí mismos en el comienzo de su vida.
El espécimen macho de 2,6 metros de largo fue descubierto cuatro años más tarde en los mismos lechos fósiles paquistaníes. Comparte las características anatómicas con la hembra de la misma especie pero su esqueleto, casi completo, es un 12% más grande y sus dientes caninos o colmillos un 20% mayores. Tales diferencias de tamaño no son raras entre las ballenas: en algunas especies las hembras son mayores y en otras el macho es un poco más grande o mucho más que la hembra. La diferencia de tamaño del macho y de la hembra de Maiacetus es sólo moderada, lo que apunta a que los machos no controlaban los territorios o dirigían harenes de hembras.Los grandes dientes de la ballena, bien preparados para capturar y comer pescado, sugieren que estos animales vivían en el mar y probablemente iban a tierra sólo a descansar, aparearse y dar a luz.
Como otros miembros del grupo Archaeoceti, los Maiacetus tenían cuatro patas modificadas para la natación y, aunque podían sustentar su peso sobre sus miembros parecidos a aletas, posiblemente no podían trasladarse muy lejos en tierra. "Claramente estas ballenas estaban vinculadas a la orilla", asegura Gingerich. "Vivían donde el mar y la tierra se juntan e iban de un lugar a otro".En comparación con otros fósiles de ballena previos, los de Maiacetus ocupan una posición intermedia en la evolución de las ballenas de la tierra al mar. Por este motivo, estos fósiles ofrecen nueva información sobre los cambios que supusieron esta transición. "Los especímenes completos como estos son auténticas 'piedras Rosetta' ya que proporcionan conocimientos sobre las capacidades funcionales y la historia vital de los animales extintos que no puede conseguirse de otra forma", concluye Gingerich.
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